Pasiones


 
David Hockney

Por Mariángeles Abelli Bonardi

Pasiones I

Las eras geológicas, los estratos, las fallas. Los dólmenes y menhires. Petrificarse, despeñarse, ser arrojada. El eco de la gruta, la tersura del musgo. La insistencia de la gota hasta ser estalactita. El arte rupestre. Las pircas. Los jeroglíficos. Un nombre y el otro en el centro de un corazón tallado. Ser preciosa, movediza, angular, de toque. Ser plana, aerodinámica. Los círculos concéntricos expandiéndose en la superficie.
El roce de la correntada. Bordear el camino, el jardín, la plaza. El cielo de la rayuela, la payana. El impulso de la honda. El golpe del cincel. Ser lo que se adivina en el bloque, y más. Cambiar permaneciendo y permanecer cambiando. Empeñarse, seguir siendo piedra.


Harén
A Mario Benedetti

Afuera el alba, los pájaros, una hilera de camellos.
Adentro, ella y sus deseos, pájaros propios que han sido enjaulados. Vacía de mundo, su mirada es un cofre abierto que intenta llenarse de paisaje. Velos, doseles, rejas: celosías para mirar, para no ser mirada.


¿Ahorrás o derrochás?

Con el pan duro que el cocinero tiró, el pájaro alimenta a su polluelo. Con las migas que el polluelo despreció, la colonia de hormigas llena su despensa y, por primera vez en la historia, se toma el día libre.
Al descanso de la colonia lo aprovecha el oso hormiguero, que se llena la panza antes de adentrarse en la selva. La cautela que el oso pierde es reaprovechada por el tigre, y ese día los colmillos de su prole dejan de ser de leche. Los cachorros se prodigan en saltos; derrochan parábolas que agudizan su destreza. Las parábolas sobrantes se las lleva el viento en su camino a la ciudad; con ellas desperdiga los papeles que ensucian la calle. Un papel da de lleno en el rostro de un hombre, que antes de plegar el avioncito, escribe la pregunta que estás leyendo.

Buscada

Inspiración, alias Musa, alias Epifanía. Señas particulares: andar subrepticio, dedos entintados, voz cadenciosa y susurrante. Se la busca, viva o viva, por haberse dado a la fuga con la friolera de quince palabras y una flamante idea. Quien aporte datos fehacientes sobre su paradero será tratado en calidad de personaje y tendrá un lugar en futuras minificciones.

Espera

A sus espaldas, el piano que dice no saber tocar. En la televisión, una selva abigarrada, igual que el pensamiento. Sus manos acarician el libro, del que ya no recuerda una letra. Oye pasos. Cerca, cada vez más cerca. Lejos, cada vez más lejos. Mueren la esperanza y su breve aleteo. No. Hoy tampoco vienen a leerle.


***

Mariángeles Abelli Bonardi (Neuquén, Argentina, 1974). Participó de las antologías Escritura furtiva (2005), Cielo de relámpagos (2008); ¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género (2013); ¿Vacaciones? Si yo te contara… (2013), Plumas al viento (2013), Un tiempo breve (2017) y Escritos entre mate y mate (2017). Publicó Ecos del decir (2010), Armadura de valor (2016), Rutas culturales (2016) y La breve reverencia (2017). Algunos de sus cuentos han sido incluidos en Penumbria, revista fantástica para leer en el ocaso (México). También se la puede leer en el blog Una fina cuerda de incertidumbre (www.mariangelesabelli.blogspot.com.ar).